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Mostrando las entradas de febrero, 2016

Bitácora

La primera vez que nos vimos, ambos teníamos lágrimas en los ojos por ver la muerte del viejo tigre del zoológico. La segunda mirada fue en el parque municipal, tu corrías: ejercitabas esos muslos infinitos; yo correteaba a mi  perro que se había escapado. El tercer día, ubique tu departamento, te vi salir y te hablé. Los benditos, séptimo y octavo días, estuvimos desnudos en tu cama. El día mil ochocientos treinta y tres me vestí de negro y vi cómo te llevaban en una caja de madera. Los próximos ciento cincuenta y dos días derramé por lo menos una lágrima en tu nombre. Hoy, día veintidos mil doscientos sesenta y cinco por fin tengo el valor de darme un tiro en la garganta.